#4: Teenage Dreams, So Hard To Beat
¡Hola, amigues! Y bienvenidos a la cuarta edición de El Evangelio del Coyote, un newsletter sobre arte, política y basura. En esta ocasión, sobre la Legión de Super-Héroes y The Kid Detective. ¿Qué tienen en común? La colocación de la potencia en la juventud, más específicamente en niños o adolescentes superdotados. ¡Vamos allá!
El futuro que imaginamos fue hermoso
Hacer una breve introducción a la Legión de Super-Héroes es mucho muy difícil. El concepto es fácil: un grupo de adolescentes del futuro que provienen de diversos planetas y que combaten amenazas en el siglo XXXI. Creados por Otto Binder (responsable también de muchas de las mejores historias del Capitán Marvel) y Al Plastino, aparecen por primera vez en Adventure Comics #247 (1958), en una aventura de Superboy, quién es la figura que los legionarios toman como ejemplo y modelo de lo que quieren hacer. O sea, son stans de Superboy. Son la expresión del optimismo futurista y espacial post-Segunda Guerra Mundial. Tienen, de hecho, muchísimas cosas en común con la Star Trek de Roddenberry, desde su composición multi-planetaria hasta la noción de entendimiento entre culturas diferentes. En su futuro no hay Naciones Unidas, hay Planetas Unidos. Al principio tenían aventuras tontas y todos los personajes eran iguales. Con el tiempo, como suele pasar con los conceptos superheroicos, se fue complejizando. Jim Shooter, quién luego sería uno de los editores en jefe más despiadados y polémicos de Marvel, haría historia en 1965 al criticar las guiones y enviar los propias, con solo 14 años. Adolescentes escribiendo sobre adolescentes. Otro autor importante fue Dave Cockrum, luego famoso por los X-Men, quién cambió los trajes estilo pijama pintado que tenían los legionarios por trajes modernos (para los setentas), con bastante inspiración en la moda, y que añadían un cierto grado de sexualidad a los personajes.
Pero la época dorada del equipo llegaría con Paul Levitz en guión y Keith Giffen en dibujo. Ellos, tomando una página de los X-Men de Claremont, volverían a la Legión una telenovela incesante, con cruces románticos, decepciones, traiciones, y grandes aventuras. Giffen crecería como artista a pasos agigantados, y evolucionaría desde el buen imitador de Kirby del principio a el artista de bloques y cubos por el que es más conocido. De esta época es la Great Darkness Saga, una de las mejores historias de superhéroes todos los tiempos, que introduciría a Darkseid al universo DC. A principios de los ochentas la Legión era, junto con los Teen Titans, uno de los dos títulos más exitosos de DC, y competía con los X-Men.
El primer problema surgió cuando John Byrne en su relanzamiento de Superman de mitad de los 80s dictaminó que este nunca fue Superboy. Pero la Legión basaba toda su identidad en la inspiración de Superboy. Levitz tuvo que inventar una compleja explicación que incluía al Time Trapper (entidad cósmica que manipula el tiempo), universos en miniatura y una copia imperfecta del héroe. Esto cambió la dinámica del grupo para siempre. Si bien para esa altura ya habían dejado de ser simplemente unos stans de Superboy y tenían mucho peso propio, nunca pudieron resolver el dilema de como rellenar ese agujero. Luego Levitz guionó otros tres buenos años de historias, concluyendo con una guerra contra la magia dibujada como los dioses por Giffen. Y en el 89, pasó algo raro: Giffen, Tom y Mary Bierbaum relanzaron el equipo con un salto temporal diegético de cinco años, en un escenario más distópico que utópico, con los legionarios ahora adultos, cansados, marcados por la guerra, entregando una serie original, desafiante e inesperada. Finalmente, en 1994, DC decidió que la continuidad de la Legión era demasiado complicada y la rebooteó. Es que entre 1958 y el reboot de 1994 a la Legión se le permitió algo que muy pocas propiedades pueden: envejecer. Si esto le fuese dado a todos nuestros héroes, sus historias hubiesen terminado hace mucho. Un poco el dilema de DC es ese, y por eso la estrategia ha sido relanzarlos incesantemente borrando su continuidad.
El reboot fue algo así como Ultimate Legion, con un equipo joven pero actualizado, nuevas introducciones para viejos personajes y un perfil decididamente secundario dentro del universo DC. Luego, en 2005, DC decidió threebotear la Legión, y darsela a Mark Waid y Barry Kitson, cuyo pitch fue sencillo: jóvenes rebeldes que se enfrentan a los Planetas Unidos, convirtiendo al grupo en un himno al conflicto generacional. Luego DC la canceló y se la dio a Geoff Johns, quién en clásica forma johnsiana trajo de vuelta a los originales. No sé si me siguen: a esta altura había tres versiones diferentes del mismo grupo dando vueltas. Luego DC retiró los personaes durante varios años hasta que el año pasado se los dieron a Brian Michael Bendis quién, oh sorpresa, los relanzó con nuevas versiones.
El manejo de DC de la Legión es un ejemplo de manual de como una propiedad pierde coherencia, misión y sentido. Sin embargo, sigo creyendo que la Legión de Super-Héroes es genial.
1) En primer lugar, es maravilloso que sean adolescentes. ¡Del espacio! ¡De distintos planetas! Hay un potencial enorme ahí para convertirlo en un high drama con tensiones sexuales, amistades profundas, romances, enredos, cliques y tribus urbanas a morir. Y encima son como treinta personajes, con lo cual las líneas de tensión y las posibilidades narrativas son enormes. Bien escrito podría ser un comic que tuviese algo que decirle los jóvenes de hoy.
2) Siempre me fascinó su universo. Me acuerdo de leer de chico las fichas que aparecían en el Who’s Who in the Legion of Super-Heroes y no poder creerlo: ¡Takron-Galtos, el planeta prisión! ¡Hykraius, el planeta de metano de los Gil’Dishpan, raza de lampreas conquistadoras que viven en globos! ¡Cargg, donde todos tienen tres cuerpos! ¡Durla, en el cual cada miembro es un metamorfo capaz de adoptar cualquier forma! Siempre sentí que el universo de la Legión era expansivo y nada mezquino de la mejor forma, y el hecho de que haya un miembro por planeta permite explorar diversas culturas y sociedades a través de un personaje con el que te encariñas, y contribuye al tono utópico-Roddenberriano que el concepto tiene desde sus inicios. Que es lo que la buena ciencia ficción debería ser: una mezcla entre antropología, sociología e historia del futuro. O sea, la Legión podría ser lo que Green Lantern siempre promete ser, pero no cumple. Y encima no estarías leyendo sobre canas.
3) Pienso que, en realidad, es bastante cute que un grupo de adolescentes del futuro se inspiren en Superman para defender a la galaxia. Y, en ese sentido, la Legión siempre fue una serie sobre y para fans. Un ejemplo claro es que la elección del líder de la misma, un evento anual, dependía de los votos de los lectores. Fue uno de los primeros grupos de superhéroes en tener fanzines exclusivamente dedicados a ellos. Y como su universo es tan expansivo, invita a la clasificación. Por ejemplo, el Legion Help File, una enorme base de datos sobre todo lo que pasó con la Legión hasta el 2001.
4) La Legión tiene una enorme capacidad para mutar entre tonos. Si bien su base es fundamentalmente optimista y utópica, también tenía un componente distópico y oscuro, como si todo lo que evitase que el universo se desmadrase fuese un grupo de adolescentes que no necesariamente están tan preparados para la labor. Esto también se reflejaba en el hecho de que las muertes eran mayoritariamente permanentes. Un comic que pueda hablar del presente pensando en el futuro y que fuese capaz de alternar entre distopia y utopía, creo yo, tendría mucho para decirle al mundo hoy.
Lamentablemente no hay nada de esto en el último relanzamiento de la Legión, el de Bendis, Ryan Sook, Wade Von Grawbadger y Jordie Bellaire. Primero, lo bueno: los diseños de trajes y dibujos de Sook, Grawbadger y Bellaire son espectaculares. Coloridos, divertidos, originales. Pero Bendis no sabe escribir superhéroes e incurre en todos sus vicios de escritor insufrible.
1) Primero que todo, es incapaz de mover la historia adelante. Bendis no sabe escribir conclusiones y no sabe dejar que los elementos de sus historias descansen o salgan de escena. Entonces el tipo se pasa construyendo finales que son anticlimáticos y haciéndote sentir que vas a un lugar al que no llegas nunca, ¡nunca! Amenazas supuestamente derrotadas vuelven una y otra vez, le toma seis números escribir la introducción del grupo y, para empeorar las cosas, hay desenlaces FUERA DE CÁMARA.
2) Todos los personajes hablan igual. TODOS LOS MALDITOS PERSONAJES HABLAN IGUAL
Con ese ritmo
De staccato sobre explicado, porque creo que así habla la gente, ¿no?
¿Así habla la gente?
En el cual los personajes…
Se viven interrumpiendo. ¡Cómo si se completasen las frases!
Pero en el fondo todo… como decirlo… es un gran desperdicio de palabras. ¿Se puede decir desperdicio de palabras?
Dios, como odio el diálogo bendisiano.
Que, por supuesto, está todo afanado de David Mamet.
3) No hay una idea en todo el comic. Ni una. ¿Qué representa esta Legión? ¿Qué relación tiene con los adultos? ¿Son rebeldes o sumisos? ¿Qué filosofía propone para el universo? ¿Pacífica, conflictiva? Nada, nada, nada, nada.
4) Esto es nitpicking, pero cambia palabras de la manera más imbécil posible, de la forma en que los malos escritores imaginan que la gente hablaría en el futuro. Galactic por galaxy. Coupling por dating. Planetary por planet. No tiene EL MÁS MÍNIMO SENTIDO Y ES MUY MOLESTO AL LEERLO.
5) Los villanos son pésimos. Pésimos eh. Y mirá que la Legión tiene un montón de buenos villanos. 12 números y los tres villanos que aparecieron son variaciones del warlord salvaje. ¿A quién demonios le importa?
En definitiva, otro relanzamiento fallido que probablemente pase al olvido y hunda al grupo aún más en el pasado. En su momento se rumoreó mucho que Hickman iba a agarrar al grupo. Dios, lo que hubiera sido eso. Una verdadera fiesta. Por suerte la vida es larga y quizás todavía suceda.
La depresión de los niños entrometidos
¿Se acuerdan de Adam Brody? ¿Ese muchachito simpaticón y bonitillo de una forma un poco nerd que era la estrella absoluta de The O.C.? ¿Y que se suponía que iba a ser una gran estrella, pero después *bamf* no pegó una, no tuvo grandes protagónicos, medio que se apagó? ¡Pues volvió! ¡En la forma de comedia dark indie!
Es increíble lo buena que es The Kid Detective. Dirigida por Evan Morgan, parte de una premisa por completo absurda. El protagonista es Abe Applebaum quien, hace muchos años, fue un celebrado “niño detective” con su propia oficina en la casita del árbol. Pero ahora es un treintañero alcohólico y mugroso, quien sigue con su agencia de detectives investigando casos estúpidos e infantiles. Hay un caso en su pasado que no pudo resolver, un caso importante, y eso lo quebró para siempre. Sus padres lo ven como un perdedor y están un poco avergonzados de él. Pero un día aparece en su oficina Caroline, una adolescente que quiere que resuelva el asesinato de su novio, y el chabón termina entrando en un agujero de conejo cada vez más oscuro, típico de pueblo chico infierno grande.
El ADN de la película es bastante claro. Por un lado, los Hardy Boys, Nancy Drew, Encyclopedia Brown, todos esos libros sobre niños detectives escritos en serie. Pero también Scooby Doo con su esquema de monstruo falso y “Lo hubiese conseguido, si no fuese por esos entrometidos niños y su perro”. Lo que tienen en común es su apego a lo repetitivo, la falta absoluta de riesgo que corren sus protagonistas, y la alegre ilusión de que nunca van a envejecer ni darse cuenta que ser un detective privado no afiliado con ningún organismo de seguridad y resolviendo “El Caso de las Alhajas Perdidas de la Baronesa” no es precisamente una carrera ni un medio de vida.
El otro hilo que toma The Kid Detective son algunas películas que deciden tomar la premisa de los niños detectives, pero aunarla a un caso que podría ser real. El ejemplo más notorio, y fiel al estilo noir que quiere homenajear, es Brick, el debut de Rian Johnson, con su tono amarillento y sus diálogos hard boiled. La diferencia es que Brick no tiene casi humor. Algo que si tiene en cantidades Mystery Team, el maravilloso debut cinematográfico de Derrick Comedy, cuyo miembro más destacado fue Donald Glover. Aquí el chiste de la incompatibilidad entre lo aniñado de los detectives y lo serio del caso es extremado para generar la mayor cantidad de risas posibles.
La diferencia que tiene The Kid Detective es su enorme habilidad para modular y modificar tonos a lo largo de la película. Tiene toda la seriedad de Brick y bastante de la comedia de Mystery Team, sumado a un predominante tono emocional de angustia y encierro. Adam Brody da la actuación de su vida con una cara de tristeza y decepción en sí mismo perpetua, un personaje que está tan roto que ni siquiera puede expresarlo. Es doloroso ver su desidia, su dejadez y su depresión. Comenzamos riéndonos de él, y teniéndole un poco de lástima, pero la película trabaja sostenidamente para ir oscureciendo el tono hasta su conclusión, que no voy a spoilear, pero tiene una escena de confrontación espeluznante.
De fondo, la película plantea dos cuestiones pregnantes. Por un lado, lo relativo y efímero de la precocidad y el terror de llegar a tu pico de forma temprana. Porque después es muy difícil dejar ir, y es muy difícil acomodarse en el mundo de nuevo. Algo similar a lo que escribí hace dos entregas sobre Cobra Kai. Pero, además, creo que se pregunta fuertemente por qué depositamos toda nuestra confianza y esperanza en los jóvenes y niños, a la vez que los canibalizamos de manera continua, que no les proveemos de un sistema de apoyo para que, al llegar a la adultez, sean adultos funcionales. Esperamos que lo resuelvan todo ellos, y depositamos nuestra fe en el futuro y en las nuevas generaciones sin ningún tipo de evidencia ni de contraprestración. Abe Applebaum es todos los nerds que se sacaban 10 en la secundaria y eran abanderados que después se encontraron con que la vida adulta es mucho más difícil y desafiante de lo que pensaban y no pueden soportarlo.
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El disco de esta semana son los tres muy lindos EPs que sacó Ok Pirámides, la banda de Julian Della Paolera, ex Victoria Mil, en el 2020. Como una especie de mezcla entre dub de guitarras y Spacemen 3, con Julián cantando exactamente igual que lo hizo siempre.
Y, también, no puedo cerrar sin llamarles la atención que salió el compilado 2020 de El Baile Moderno, monstruoso, bailable, divertido y lleno de hits. Pueden escucharlo o bajarlo en el link.
Nos vemos en dos semanas, seres de luz. Godspeed.