#24: Todos Estamos Hechos De Estrellas
Hola, amigxs! Bienvenidxs, de nuevo y luego de un hiato de una semana, a El Evangelio del Coyote, un newsletter de arte, política y basura. La vida me está mordiendo los talones y reduciendo el tiempo que puedo dedicarle a este proyecto, pero para esta semana preparé algo que me parece muy lindo. Hablé con tres creadorxs de proyectos digitales para conversar un poco sobre nuestro curriculum oculto de la internet. Esta entrega está toda ilustrada con memes random, una de las formas superiores de creatividad de la internet.
Estas cosas no caben en estas cajas
Hace dos semanas estuve haciendo, por cuarta vez en mi vida (¿soy inclaudicable o simplemente terco?), los papeles para el ingreso a la carrera del investigador científico de CONICET. O sea, cargando papelitos y cositas que uno hizo en SIGEVA, esa interfaz dinosaurica que es el nexo necesario entre el aspirante y la institución y en donde lo que prima es la cantidad de papers que publicaste. En esa actividad que mata el alma, me di cuenta que había un montón de cosas que había hecho en los últimos años que no tenían, realmente, un lugar dentro de esas categorías que el sistema maneja. Y que, sin embargo, para mí eran re importantes e incluso eran actividades de las que estaba mucho más orgulloso y que sentía mucho más formativas para mi persona que la publicación de papers académicos que leen un puñado de personas. Modern Life Is Rubbish, El Baile Moderno, Kamandi, este newsletter, los talleres de lectura de historieta que dábamos con Pablo Turnes en la comiquería Punc. La mayoría de ellos están y estuvieron vinculados a la internet, ese espacio virtual interminable en el cual depositamos nuestras esperanzas y también nuestras decepciones, en el que construimos una y otra vez hasta que nos cansamos. En su momento parecía que la conectividad era el camino al puro intercambio, al crear de forma comunitaria. Hoy en día esa potencia sigue existiendo, pero simultáneamente la internet se ha vuelto un mercadillo en el cual las personas pelean por visibilidad, por visitas, por suscripciones, por métricas, y en el cual los proyectos que no triunfan de forma inmediata pueden languidecer durante mucho tiempo sin jamás ser lo que sus creadores esperaban, volviéndose un motivo de frustración.
Simultáneamente, comencé a leer El Entusiasmo, un ensayo de Remedios Zafra. Publicado por Anagrama, el libro de Zafra es un análisis de lo que son las industrias creativas hoy por hoy en el mundo. Por industrias creativas se refiere a el arte y la academia, los cuales analiza buscando sus similitudes más que sus diferencias, y viendo como hay una verdadera legión de personas sobre-educadas para quienes no hay puestos fijos, no hay estabilidad, y no hay remuneración justa, solo hay competencia, recursos limitados, tiempo cada vez más explotado y fragmentado y la imposibilidad de construir lazos de solidaridad con tus pares porque estás compitiendo por los mismos recursos que ellxs. Hay dos puntos que me parecen importantes del argumento de Zafra. Primero, que como estamos creando apuradxs todo el tiempo, todo el tiempo aplicando a cosas, todo el tiempo pensando que “ya llegará el tiempo para”, posponemos los que podrían ser nuestras grandes creaciones o investigaciones para un momento que nunca llega. El segundo, acerca de cómo nuestrx entusiasmo puede ser weaponizado para hacernos trabajar gratis:
Si este sujeto apostara por iniciar el largo camino hacia un trabajo intelectual en el ámbito académico, creativo o cultural, pronto descubriría que su entusiasmo puede ser usado como argumento para legitimar su explotación, su pago con experiencia o su apagamiento crítico, conformándose con dedicarse gratis a algo que orbita alrededor de la vocación, invirtiendo en un futuro que se aleja con el tiempo, o cobrando de manera (inmaterial), pongamos con experiencia, visibilidad, afecto, reconocimiento, seguidores y likes que alimenten mínimamente su vanidad o su malherida expectativa vital. (Remedios Zafra, El Entusiasmo, “Cap. 1: Los pobres crean”)
Y sin embargo no puedo dejar de pensar en la internet y en las posibilidades de la creación colectiva y sin fines de lucro como algo liberador y que te llena de alegría. Entonces, con mi mente caminando en esa cornisa entre el entusiasmo y la desazón, la emancipación y el burn out, la creatividad y la auto-explotación, decidí ponerme en contacto con algunas personas que hacen de la invención en internet un motor. Entonces, les mandé preguntas a:
Lucas Garófalo, periodista musical y cultural, ex editor de la Inrockuptibles y la Rolling Stone, creador de grandes Tumblrs, bostero e incipiente empresario textil.
Javiera Pérez Salerno, guionista, productora audiovisual, licenciada en letras, apasionada de las narrativas lineales y transmedia.
Valeria Mussio, poeta, licenciada en letras, editora de la editorial de poesía digital y multimedia Matrerita.
Para consultarles acerca de como veían este momento de la internet y de las industrias creativas y charlar un poco acerca de que es lo que hacemos con nuestro curriculum oculto de internet y como valorizamos lo que hacemos.
Un demiurgo de cables y servidores
Lo primero que les pregunté es como veían a la internet como maquinaria creativa, que los motivaba a meterse dentro de ella y a utilizarla para comunicar cosas, para inventar y para crear. Los tres coinciden en que internet ya es una maquinaria creativa en pleno funcionamiento. Lucas me dice: “creo es que es muy fácil ponerla a disposición de la creatividad de unx en el sentido de que te da herramientas infinitas. Si vos tenés una idea, para cualquier proyecto que quieras encarar tenés un montón de herramientas ahí. Muy desde el principio: desde la etapa inicial de investigación de lo que quieras hacer, cualquier cosa que a unx se le ocurra ya antes se le ocurrió a alguien y hoy ese alguien seguro lo puso en internet. Desde esa etapa muy inicial hasta la etapa muy final, cuando ya lo tenés y querés hacer la divulgación de eso, todas las herramientas que necesites las vas a encontrar ahí.”
Por su parte, Javiera me contesta que para ella internet no tiene “potencial” creativo, si no que su riqueza es un hecho: “creo que es lógico que cada vez más surjan proyectos creativos que se desprendan de nuestro uso, nuestras búsquedas, nuestros comentarios en redes, los twitts, etc. Los bots, por ejemplo, están siendo un espacio donde suceden cosas muy interesantes, a través del lenguaje. Cosas que serían difíciles de encontrar en otro medio. Por ejemplo, uno de mis bots favoritos es BadBorges, que cruza quotes de Bad Bunny con quotes de Borges. El resultado es impresionante y abre todo un nuevo sentido para obras ya transitadas por otro tipo de discursos o totalmente masivas. Me parece que justamente el potencial creativo de internet está ahí, en la mezcla, en el cruce, en el mashup de sentidos que su formato hipervincular ofrece. Cada vez más obras viven solamente en internet. Y hay artistas (como en mi caso, por ejemplo) cuyas obras solo son links.”
Valeria también destaca el valor infinito de la internet: “Para mí el internet como maquinaria creativa es espectacular desde muchos ángulos. Primero, la circulación libre e infinita de todo lo que hagas. No necesitás realmente agentes mediadores que estén poniendo guita o poniendo de su capital de redes en el campo literario o del arte o lo que sea para compartir. Hay una especie de recepción directa de lo que sea que hagas. Por supuesto hay cuestiones problemáticas con respecto a cómo usamos los algoritmos de Instagram, cómo aprovechamos las instituciones de la cultura digital, etc. Pero esa inmediatez del compartir infinito me parece espectacular. Y después la plasticidad de los formatos. Yo no creo que el internet reemplace nada de lo que es lo offline. Sin embargo, estuve flasheando mucho en el último tiempo con un texto que se llama Glitch Feminism de Legacy Russell en el cual la autora dice que los cuerpos que glitchean, los cuerpos queer en general, que no pueden acceder a su rango total de género offline, pueden acceder a ese rango de género total en el mundo online. Entonces yo pienso que la literatura por fuera del mundo offline tiene unas posibilidades limitadas que se hacen prácticamente infinitas cuando accedemos a internet y hacemos obras nativas de internet.”
Me llamó mucho la atención que los tres destacasen el componente infinito de internet. Digamos que es algo que muchas veces SE LE CRITICA a internet. De hecho, es algo que destaca Zafra como algo negativo. Como algo que pertenece al “exceso y la velocidad” que nos impide pensar. Pero, creo, hay un tipo de persona para el cual la infinidad, la posibilidad de aprenderlo todo (como dice Valeria: “Si ya aprendiste mirando YouTube una cosa ¿por qué no aprenderías otra?”) y de perderse un poco en los vínculos, en los lazos, de establecer conexiones ocultas y de que todo eso sea (mayormente) gratis es una enorme señal de libertad.
Hacia dónde vamos con todo este furor
Luego, les pregunté el por qué hacer proyectos basados meramente en el entusiasmo, en no esperar una remuneración económica inmediata. Esto pareciera contraintuitivo al respecto de lo que el sistema espera de nosotros. Se supone que tendríamos que cobrar por nuestro trabajo. Nunca faltan los artistas que enarbolan la bandera del “cobrá siempre por tu trabajo”. Pero… ¿quién no sintió el rush de emoción en la cabeza cuando uno comparte o lanza algo nuevo en la internet? ¿y quién dice que inventar cosas solo por el placer de compartir no es una forma de rediseñar el mundo para que estemos más juntos?
Lucas me dice, munido con su habitual optimismo y bonhomía que lo hace ser una persona tan querible: “Para mí el entusiasmo en realidad siempre es la mejor de las motivaciones. Las cosas que surgen puramente por el entusiasmo son en general las que más lejos llegan porque ahí no te importa nada, no te importa si te pagan o no te pagan, vos lo estás haciendo porque tenés una convicción tuya. Un consejo que me gusta es, al poner en marcha un proyecto nuevo, que el primer tiro, como si fuera golf, sea solo con el entusiasmo. Y tratar de llegar lo más lejos posible con ese primer tiro porque es el que va a tener más fuerza. Estamos todos en esto por el entusiasmo y ese es el secreto, lo esencial, no hay nada más sólido que eso.”
Javiera, por su parte, me dice que: “internet es el espacio de todos –incluso de los trolls, del odio y el capitalismo más salvaje– y siempre hacer cosas accesibles tiene su encanto. En internet, con una idea y un tutorial de youtube (La universidad del tutorial, como dice Lucas Garófalo) ya podés tener un proyecto andando. También internet es más permeable a la falla, no es necesario que todo cierre o que haya una gran teoría atrás. Incluso si está fallado, es mejor. Creo que esas dos cosas son claves, la no pretensión de espectacularidad detrás de cada proyecto y que internet permite hacer sin dinero, sin intermediarios, sin mucho más que las propias ganas. El DIY digital sigue ese mismo espíritu que se puede rastrear bien atrás, hasta los fanzines. Cambian las plataformas, pero el espíritu sigue igual y eso es políticamente muy potente. Aguante hacer.”
Finalmente, Valeria, me contesta que: “terminás cosechando lo que ponés en entusiasmo y gratuidad. La prioridad es que se vea, que se comparta, que más gente acceda. Abrís como un campo medio amoroso con quienes quieren hacer lo mismo porque estamos hablando de que la producción en internet tiene lógicas que van más allá de la autoría. Si vos estás subiendo tus textos a internet es porque tanto la autoría o el copyright no te importan. Porque si te importara no los subirías porque no quisieras la posibilidad de que alguien lo copie, lo remixee, lo reelabore, lo tome. Si vos fueras una persona que eso le importa no subís tu obra a internet. Entonces creo que a aquellxs que subimos nuestra obra a internet de manera gratuita estamos pensando en otros modos de creación que van más allá de lo que es lucrar o conservar nuestro capital intelectual o nuestra figura de autor. Pero yo también creo que cuando unx le pone amor a algo cosecha amor de otro lado. Va a volver. Y si no vuelve nada, tengo este momento de pura felicidad. Entusiasmo es la palabra perfecta. El entusiasmo es lo que nos quita el trabajo muchas veces.”
Los numeritos
Mientras estaba preparando esta entrega, Lucas publicó esta nota hermosa sobre Memeterapia, la página de memes de Misha, una “animadora de internet” (la invención del término le corresponde a él) en la cual se cuestiona mucho la noción de hacerle caso al algoritmo, de hacer lo que él quiere, y que propone que ir en contra de eso es la mejor manera de atraerlo. Es un texto muy lindo que recomiendo que lean porque, además, desarrolla en toda su extensión la noción, en la que creo firmemente, de internet como Jano bifronte: como un lugar de construcción de comunidades afines y protectoras, o como un infierno que te quita todo tu tiempo y no te deja nada.
En ese sentido, Lucas me menciona, cuando le pregunto acerca de la importancia de las métricas y “los numeritos” (como le dice Misha): “Hay algo medio tóxico de las redes sociales en general y de cómo funciona el algoritmo en el sentido de que la mejor manera de generar la atracción del otrx es ignorarlx, re de amante toxicx. Y re funciona con esa lógica. Obviamente que si unx es un especialista que está estudiando al detalle cómo funciona el algoritmo probablemente vayas a tener mejores métricas, eso es innegable, pero también es verdad que el sistema cuanto más lo ignoras más te quiere. Cuando vos le demostrás que no lo necesitás es cuando más pone el ojo sobre vos. No estar muy pendiente de las métricas por un lado te libera y te deja hacer un poco lo que se te cantan las pelotas, sobre todo si vos arrancaste por el lado del entusiasmo.”
Javiera coincide y menciona que “Pensar en las métricas sirve para las empresas, para los emprendimientos, para los influencers. Al menos lxs mejores artistas digitales que conozco no están pensando en eso, sino en nuevas formas de crear y pensar obras no lineales, en nuevas formas de emocionar. ¿O acaso este poema no es totalmente emocionante y a la vez no podría vivir en otro soporte? No conozco a ningún artista digital que se haya hecho rico, pero sí proyectos muy potentes como El oráculo de las capturas de pantalla al que cada día consultan miles de personas”.
Es algo que también evoca Valeria cuando propone que “El problema para mí es cuando creamos en pos de que ese algoritmo nos chupe, nos reproduzca infinitamente, para llegar a grandes instituciones mercantiles como, por ejemplo, no sé, Random House. Pero nunca deja de haber gente que está creando desde el otro lado. No sé si viste el texto de Cristina Rivera Garza, Los Muertos Indóciles. Ella habla de una literatura que está pensada justamente para el internet porque va contra todas estas lógicas mercantiles. Yo creo que habemus cuerpxs creadores, artistas, que van en contra de lógicas mercantiles. Lo que tiene internet es justamente una infinitud espectacular que termina generando espacios muchas veces utópicos, muchas veces violentos, obviamente, pero que nos pueden servir para hacer lógicas antimercado o para creaciones desde el entusiasmo.”
Una fábrica de amigos
Consultados acerca de que cosas les trajeron estos proyectos de internet me llamó muchísimo la atención que todxs destaquen que lo que más importante fueron nuevos vínculos, nuevos amigxs, nuevas personas con las cuales dialogar e intercambiar ideas. Lucas me cuenta de un reciente fanzine que armó con ilustraciones de Pictionary online de Ocho, ex guitarrista de Los Charmanders. Que lo hicieron al costo, lo publicaron por el mero placer de que ese objeto exista y que eso lo llevó a conocer los amigxs de Ocho y que terminen siendo sus amigxs. Y remata con una frase hermosa: “Nunca son suficientes amigxs.”
Valeria también lo pone en esos términos: “Cuando vos estás creando desde el entusiasmo, desde el compartir, desde el pensar como habilitar un lugar de cariño y seguridad en internet para que otras personas también hagan lo mismo, cuando estás buscando conectar, lo mejor que te puede pasar es que eso te traiga amigos y amigas y amigues. Y empezás a crear en comunidad y empezás a establecer redes y nexos. Eso es lo mejor porque ahí formás como una familia del arte, pero digital.”
Javiera coincide: “lo mejor que me trajo internet fue grandes (hiper)vínculos con gente maravillosa. Gente con la que intercambio información, ideas y espacios. Un proyecto artístico más que nada es eso, la satisfacción de compartirlo, de iluminarte con las ideas de otrxs y tirar algunas también, para que otrxs las recojan. Lo hermoso es cómo el personalismo se pierde para armar una gran voz colectiva.”
Es exactamente lo mismo que me pasó a mí con muchos proyectos. Y es interesante esta visión porque contradice aquello que dice Zafra, que destaca la hipercompetitividad de los actores creativos. Quizás porque todxs venimos de un país tercermundista con problemas económicos y en el cual estamos acostumbrados a atarlo con alambre y no esperar salvarnos ni solxs ni por nuestra exclusiva genialidad, podemos, aún, construir comunidad.
Pero, además, por supuesto, estos proyectos también les han abierto puertas profesionales. Curar muestras, participar de charlas y de mesas paneles, viajar, ganar becas. Lucas, de hecho, confiesa que moldearon toda su carrera profesional. Él había estudiado administración de empresas. Y gracias a su primer blog, y a todos los que lo siguieron, terminó siendo periodista cultural y musical y editando revistas. Tiene una filosofía detrás de sus proyectos de internet que me parece bellísima. Me habla de su blog Los Caracteres, en el cual Violeta Castillo y él hacían preguntas a sus amigxs clasificadas en “tipos” como “Los Cocineros”, “Los Nombres Raros”, “Los Ciclistas”. Ese proyecto fue muy popular entre capas cada vez más amplias de sus amigxs y luego lo llevó a hacer un programa de radio: “Son cosas que nacen muy en la intimidad y se terminan convirtiendo en algo mucho más grande. Después yo a ese modelo lo repliqué muchas veces. Cuando por ahí estaba flojo de laburo, ponele, mi método nunca fue mandar curriculums. Fue ‘a ver, tengamos una idea’, pensar que me gustaría hacer, algo que no esté muy hecho y después, justamente, usar internet para ver hasta dónde llega esa idea.”
Cómo manejar la quemazón de la mente
Finalmente, les pregunté a Valeria y a Lucas (no tuve tiempo de hacerlo con Javiera) como manejar la quemazón que se produce cuando un proyecto que nace del corazón y el entusiasmo se convierte en una carga y en auto explotación. Lucas me contesta que hay dos caminos: o delegás ese proyecto (cosa que a mí simplemente no me sale, por eso suelo terminar quemado) y lo dejás en manos de otras personas, con fresco entusiasmo y vigor, que tomen la posta. O directamente lo cerrás y lo dejás de lado, quizás por un tiempo, quizás para siempre, pero sabiendo que fue una etapa, que se cumplió, y que dio aquello que tenía que dar.
Valeria coincide, y además insiste en separar lo que hacemos por amor a la creatividad del trabajo. Porque el trabajo es la antítesis del disfrute. Me dice: “porque no tengo jefe, y la reproducción de mi existencia no depende de eso entonces cuando es un peso, cuando me estoy cansando, me tomo un tiempo. El que necesite. Y trato de tener presente la felicidad que me da, cuando me da la cabeza para hacerlo, cosa de no abandonarlo. Nada de obligarte a producir porque es tu proyecto. Al contrario, no te vas a explotar a vos mismo.”
Creo que ese es el punto más difícil de manejar para aquellos que hacemos estas cosas: qué hacer cuando algo se vuelve un peso, y cómo ponerle una pausa a eso. Porque a veces nos encontramos atrapados incluso en los paraísos virtuales que creamos.
Mi byte favorito
Como pregunta final, les consulté acerca de cuales son sus proyectos favoritos de su curriculum oculto de la internet. Lucas me contestó que Los Caracteres. De mi parte, puedo asegurar que fue un proyecto maravilloso motivado por la amistad y la felicidad de hablar con la gente que querés, y tiene un montón de entrevistas geniales. Y también destacó su proyecto Hombres Hablando De Sus Peinados, que comenzó como un blog y terminó siendo una sección de Brando por la cual “me pagaban bastante bien”.
Javiera, por su parte, destaca el oráculo de Girondo, que desarrolló junto a Natalí Schejtman y a Gastón Lozano cuando trabajaba para Canal Encuentro. Es un oráculo armado en base a partes de poemas y textos de Oliverio Girondo que, como todo oráculo, brinda respuestas que son completadas por nuestra propia expectativa y experiencia. Y también menciona a “sentimientofavorito, un hot glue que armé con las respuestas a un twitt que preguntaba eso, así que también es colaborativo; además la clave del hotglue está expuesta para que quien llegue, pueda completarlo. Me gusta cuando al texto lo armamos entre todos.”
Valeria, por su parte, destaca a Editorial Matrerita, su editorial digital de poesía latinoamericana contemporánea, en la cual se pueden bajar ebooks gratuitos que no son solamente texto sobre fondo gris, sino que incluyen gifs, imágenes, audios y diversas intervenciones digitales que convierten al libro en un proyecto verdaderamente interactivo. Su segundo proyecto favorito es el libro de poesía que armó con una plataforma de juegos.
Y, como este es mi newsletter, creo que mis proyectos favoritos de mi curriculum oculto de internet son El Baile Moderno y Kamandi. El Baile Moderno por todo lo que representó para mí en términos de aprendizaje de escritura, como camino para encontrar una voz. Porque fue un bello proyecto colectivo, en el cual un grupo de amigos nos copamos porque nos gustaban las mismas cosas. Y porque ahí todavía subo mi compilado musical anual, una de las cosas que más me gusta hacer en la vida. Y Kamandi porque siento que allí marcamos una línea en la crítica de comics en Argentina. Que constituimos una identidad colectiva y un intento de pensar la historieta de formas que no sean solamente fanáticas ni solamente académicas. Y porque está lleno de textos buenísimos.
Con esto llegamos al final por esta semana. Espero que les haya gustado este newsletter pensado de una forma diferente, con el amor al hacer y al crear como leitmotif. La recomendación musical de esta semana es The Yearbook, el buenísimo mixtape pop de Baby Queen, jovencísima cantautora pop nacida en Sudáfrica. Con eso terminamos por esta entrega. Cuídense mucho y ¡Godspeed!