¡Buenas, amigues! ¡Bienvenidos a la décima entrega de El Evangelio del Coyote, un newsletter sobre arte, política y basura! En esta ocasión, se le dedicamos, como en año nuevo, entero a un solo artista que me parece fundamental. En este caso, a Victoria Mil, una de las bandas más importantes de mi vida. ¡Vamos allá!
Esto está basado en un hecho real
No hay demasiado escrito sobre Victoria Mil. Es una banda a la cual la crítica de rock no le prestó particular atención, incluso cuando parece diseñada para llamar la atención de la misma: influencias kraut, dub y space rock, letras misteriosas, casi koánicas, predilección por la droga y los excesos, y una carrera de 15 años volando bajo el radar. Sin embargo, más allá de un grupo de personas que estábamos obsesionados con ellos a principios de los 00s en la blogosfera rioplatense, y de varias notas escritas en suplementos de rock en ocasión de la salida de sus discos, no hay ensayos o textos largos sobre ellos.
Con una excepción: el gran Pablo Schantón. En El Álbum Blanco de Revolver, esa revista-libro con CD editada en 1998 por quienes hacían el fanzine-revista Revolver, les dedicó una nota que se titula No Se Olviden De Que Todos Somos Ilegales (Porque “Esta Época” de Victoria Mil Pertenece al Género Testimonial). En ella, Schantón realiza una reconstrucción en fragmentos en donde cita a Lacan, a Pescado Rabioso, a Charly García, a Fredric Jameson y Terry Eagleton y en la cual propone que Esta Época de Victoria Mil es la banda sonora de la nueva realidad neoliberal y criminalizante que se asentó en Argentina y el mundo a partir de los años 90s. Es estremecedor como la realidad que describe Schantón a finales de los 90s es tan parecida en puntos clave a la de hoy. En un momento escribe: “
Fumar un porro, convierte automáticamente al usuario en un ‘ilegal’. Sumen. Cada día son más. Trabajar en negro convierte al sub-ocupado en un ‘ilegal’. Sumen. Cada día son más. Generalizando, digamos que todos estamos condenados a ser ‘ilegales’ en algún momento de nuestra vida. Sumen. Millones. Y no se olviden de que sobrevivimos en un país con un Poder Judicial corrupto (por el Poder Político corrupto por el Poder Económico).
Parece una descripción perfecta de la precariedad extendida y absoluta en la que vivimos en la tercera década del siglo XXI en Argentina, aunque atravesada por el descreimiento generalizado de la política de los 90s.
Dentro de la descripción de ese contexto Schantón destaca que el mensaje de Esta Época, resumido en el estribillo magnífico “Pierdan la plata / Después tendrán mucha / El delirio / En esta época / Es tomar / Conciencia” va en contra de la lógica utilitarista que convierte a todo en dinero. Para Schantón decidir renunciar voluntariamente al dinero, en pos de reventarse la cabeza, sería, paradójicamente, una forma de tomar consciencia y de colocarse voluntariamente al costado de lo que la sociedad pide y exige de todos sus ciudadanos. A lo largo del texto, además, aparecen espectros de todo tipo del tiempo en que fue escrita: del fin de la historia y del colapso del socialismo real, de las raves en Buenos Aires, de Yabrán, de la complicada situación de los debates sobre los años 1970s en los 90s. Transcribí y coloqué el texto completo aquí para quién quiera leerlo.
Me gustaría pensar a la banda en esos términos. En un sentido sonoro, pero también intentando vincularlos con los tiempos que les tocó vivir en esta Argentina de nuestro señor.
Ya no me acuerdo quién soy, me lo dice la señora que limpia
Victoria Mil se formó en 1996 en Adrogué, zona sur de la Provincia de Buenos Aires, el mismo lugar que dio otras grandes bandas como Travesti y Emisor [el otro día, con mis amigos, nos preguntábamos por qué CABA no produjo grandes escenas de bandas, todas vienen del interior o del conurbano. Una pregunta para otro día]. Adrogué es una zona verde y llena de calles empedradas y grandes casas familiares, que asimismo dobla como un gran centro comercial de la zona sur. Como otras zonas de Argentina, en los 90s se dio la combinación de jóvenes con acceso a sustancias y sin mucho interés en insertarse en los paupérrimos mercados laborales menemizados, o con una carrera universitaria eterna y dilatada. Súmenle a eso un uno a uno que permitía comprar instrumentos y ahí tenés el germen de muchas escenas que florecieron a lo largo y ancho de la Argentina en los 90s, pero principalmente en el Conurbano bonaerense.
Al principio Victoria Mil se llamaba Victoria Abril. Hasta que la actriz española les envió una carta documento pidiéndoles que dejen de usar su nombre. Sus dos primeros discos, Todos los Días Hago Eso y Más Victoria Abril, descatalogados y nunca re-editados, con ese nombre apócrifo en la tapa, deben cotizar fuerte en el mercado de CDs. Y son, para mí, como una unidad conceptual. En ellos escucho grandes influencias dub, kraut y también de bandas como Spiritualized y el Public Image Limited de Metal Box. Discos narcotizados del mejor modo: a través de una cortina de marihuana y sustancias psicodélicas llegan las voces de Jullian Della Paolera y Miguel Castro, los dos fundadores y compositores, que habitan una zona intermedia entre el rasta relajado al que no le importa nada y el fierita del conurbano bonaerense que habla como una mezcla de langa y de picante de la calle. Hay temas instrumentales increíbles como Germanos Hermanos y Ahí Viene Miggy en su Jet, que habitan un territorio entre lo juguetón y lo repetitivo, que parecen hechos para manejar a lo largo de una ciudad en la cual no pasa nada. También tienen el milagroso y fascinante Esta Época. Más Victoria Abril, además, tiene uno de mis temas favoritos de la historia: Perdí Algunos Meses, una descripción de la desidia (o quizás del estupor de la droga) cuya letra magnífica reza “Apenas te fuiste entendí todo / me acuerdo de las / zapatillas en el placar, / la tele en el piso, / los libros que no leí, / los días que solo respiré, / todo lo que aprendí, / me lo quedé y lo dejé / sin ningún lugar”, con lo cual, ahora me doy cuenta, es también una enorme canción sobre una separación.
Ahora, bien, ¿qué tendrían estos discos para decirnos sobre la Argentina de los 90s? A primera vista, nada, porque no tienen ninguna de las marcas de la época, ni en sonido ni en temática. Las guitarras son muy sutiles, casi sin distorsión, las baterías son motorik, los teclados languidecen. Hay pocas bandas que hayan sonado como Victoria Mil en Argentina, como una versión kraut del rock chabón. Pero creo que debajo de eso, en su tono de estupor y dejadez, en su espíritu que parece lejano de todo, desinteresado en todo, describe muy bien lo que era ser un joven en la Argentina de los 90s.
Yo creo que podés ganar algo por cambiar
Armas, su tercer disco, segundo con producción de Daniel Melero, es un disco espeso, que arranca con unas guitarras medio mala onda, aserradas, en la canción Si Ibas Lejos. Pero el que quizás es el tema más significativo, al menos para mí, es Acá Está Todo Mal. Si bien la canción hablaba más de las tensiones al interior de la banda (chequear la entrevista con Julian Della Paolera aquí abajo para más detalles), la magia de la sincronía histórica hace que sea inevitable leerla como una canción que describe, de manera oblicua y lateral y quizás por casualidad, el clima de malestar y destrucción de la Argentina 2001, el año en que Armas fue editado. Cantan “Tantos años de hablar de mi buena salud actual”, y suena como una despedida y una maldición hacia la convertibilidad. Este disco hermoso también tiene canciones como Lo Escuché en Portobello o Armas composiciones cuasi-dub para escuchar caminando por las calles amplias de Adrogué.
Luego de esto la banda se desmigajó y quedaron solo Julian Della Paolera y Miguel Castro tocando sintes y grabando, con ayuda de Sebastián Mondragón de Estupendo y Leo Ramella de Emisor, su cuarto disco, el efervescente y saltarín Este Cielo de Estrellas Caerá. Recuerdo que, en el momento en que salió, muchos de mis amigos hablaban de este disco como un disco de renacimiento, y destacaban el sonido, que descansaba sobre capas y capas de sintetizador y teclado. Al mismo tiempo, continúa con las pinceladas más dub/reggae del disco anterior, especialmente presentes en una canción como Tontas, una cruza entre el indie y el caribe. En comparación con Armas, para mí este es un disco mucho más de amor. Y eso es algo que siempre me llamó la atención de Victoria Mil: la capacidad de componer temas de amor que son emocionantes pero cuyas letras y cuyo espíritu son bastante oblicuos. Quizás por la combinación de letra y sonido. Canciones como G-13, con sus sintes gordos y su estribillo perfecto “Todo el amor que tenés para dar / A quién irá a estallar”, o “Botitas de Basket”, una balada preciosa sobre las dificultades de amar a alguien. También tiene una de las canciones más bellas sobre la relación con la música: Escuchando discos. ¿Cómo no amar un tema que dice “En mi mente a los problemas los resuelve una canción”? Como dicen los chicos de ahora: Si soy.
Luego de eso vendrían Estoy Bien Bien Bien y Están Despedidos, los dos discos más musculares, pop y con un sonido de banda pro de Victoria. Propulsados por su asociación con Babasónicos, puntualmente con Gabo Manelli y Diego Tuñon, quienes produjeron ambos discos, dándole un sonido robusto. Y también por su retorno al formato cuarteto. Simultáneamente, se sienten como si reflejasen algo del ambiente de bonanza y fiesta que se vivía en Argentina en aquel entonces. Discos de baile, discos de fiesta, discos de recital. Quizás los tengo muy asociados con esto porque sonaban mucho en Tucumán cuando salieron, en las fiestas de la escena pop, en los recitales y las casas a las que íbamos. A la vez, son tremendamente autoconscientes sobre el lugar de la banda en la escena argentina de rock, algo que queda en evidencia en una canción como El Rock Vive de Mí, quizás la mejor canción escrita sobre la sensación simultanea de agotamiento y diversión que conlleva tener una banda de rock under durante muchos años. El dinero que se coloca en ella, el esfuerzo físico, las largas horas de espera y de trabajo, el entusiasmo y la decepción. Todo con un ritmo que se puede bailar. En Están Despedidos, mientras tanto, está Sid, una canción sobre las influencias musicales de nuestras vidas y su importancia, que tiene la frase apócrifa y maravillosa “Sid le dio a Johnny los discos de Can”. Y también Intelligent, una oda bolichera al éxtasis y la psicodelia sin ningún tapujo ni pelos en la lengua, con unos toques muy bien dados de grasa y de desfachatez.
Finalmente, la banda sacaría su último disco, titulado Muy Lejos, en 2010. Si bien es el disco de ellos que tengo menos escuchado, si puedo decir que Lejos, el tema que le da nombre al disco de forma tangencial, es una de las mejores canciones de rock de los últimos 20 años en Argentina. Es la transmigración perfecta de Victoria Mil en indie chabón. La voz de Miguel me hace acordar muchísimo a la voz de Juanse, pero con más pereza. Las guitarras dominan la canción y uno casi puede imaginarse la postura de cigarrillo colgando de los labios y pose Keith Richards de Julián Della Paolera al tocarla. Y las letras, una vez más las letras, con frases increíbles que oscilan entre lo grosero y lo gracioso como “Tomaste tu café / Yo te serví la leche / Tu día está empezando” o “Pensaba ir a correr / en mi equipo de gimnasia / hasta que encontré un papel”.
Ví al futuro cercano
Después la banda se disolvió. Miguel Castro formaría UN, un proyecto de toques más experimentales, muy instrumental, mántrico y drónico. Julian Della Paolera, por su parte, armaría OK Pirámides, una banda que continúa con el tono irónico, distanciado y rockero de Victoria, pero agregando noise y reverb. Recomendé sus EPs del año pasado por este medio hace algunas entregas.
Entonces ¿por qué escuchar a Victoria Mil? Porque es una banda fundamental para la escena rock y pop argentina de los 90s y 2000s, pero subterránea, siempre, como me dijo Julián en la entrevista que pueden leer a continuación, “En lo más alto del under o lo más bajo del mainstream”. Porque es una banda conmovedora y graciosa en partes iguales, que te deja estupefacto con algunos giros en sus letras a la vez que retrata de manera muy precisa los altibajos del amor. Porque es una banda psicodélica de la mejor manera: expansiva, que se animó a tomar riesgos cuando así su funcionamiento se los sugería, que jugó con la música sin esperar nada a cambio, que “dejaron muchas cosas a la deriva. Porque es una banda que, de una manera casual e inesperada, cuando la yuxtaponés a los cambios políticos y sociales de la Argentina en esos años, parecería estar hablando de ellos sin hablar de ellos. Porque lograron una síntesis perfecta entre referencias foráneas y algo muy propio del rock nacional. Me parece, sin ánimo de exagerar, que tienen algo de Sumo, de esa ansia por incorporar sonidos inesperados pero filtrados a través de una argentinidad que se expresa en la manera de hablar, en la manera de cantar, en lo que dicen las letras. Porque supieron reinventarse y flashear a lo largo de toda su carrera, y porque nunca se repitieron a sí mismos.
Pero si no les bastan estas razones, pueden probar escuchando este compilado que armé, en el cuál seleccioné 26 de las que (para mí) son sus mejores canciones, a lo largo de toda su carrera. Y de paso les doy la primicia exclusiva, directo de Julián Della Paolera, de que muy pronto toda su discografía se encontrará en las plataformas. Hoy por hoy en Spotify solo se pueden escuchar dos de sus discos, y los otros están en Youtube subidos por algún fan.
Para esta entrega también tuve el privilegio de entrevistar a Julián Della Paolera. Pueden leer la entrevista a continuación. Este newsletter presenta ambas perspectivas: las del artista involucrado y la del crítico que acaba de escribir esta parrafada.
Lo que queda escrito es lo que cuenta: una entrevista con Julian Della Paolera
Primero que todo me interesa saber cómo se inicia la banda, como se juntan, como deciden arrancar a hacer música.
Veníamos de una banda que se llamaba La Nueva Flor que habíamos editado un disco en el año 94, tocábamos con Suarez, mucho, con Resonantes, Carola Bony, Carca, Estupendo, estuvimos un poco en la movida de las primeras ediciones de discos independientes que fue en el año 94. La Nueva Flor, grupo en el cual Leo Santos tocaba la batería, yo tocaba la guitarra y era uno de los compositores, cantaba algo ocasionalmente, pero Migue (Castro) era el cantante y estaba empezando a tocar algún tecladito. En el bajo estaba un amigo nuestro que se llamaba Fernando Iseli. Esa banda se separa con el segundo disco casi grabado. El primero lo habíamos producido Gonzalo Córdoba de Suarez junto con nosotros y teníamos también el segundo grabado en el estudio de él y bueno… nos separamos. Decidimos cerrar el proyecto de La Nueva Flor e iniciar otro con el nombre Victoria Abril, como la actriz, que era un nombre que yo tenía para hacer cosas alternativas, hice una o dos grabaciones. Decidimos ponernos así y entró otro bajista que se llamaba Julian Egozcue.
¿Por qué eligieron ese sonido? Para mí los dos primeros discos de Victoria, Todos Los Días HagoEso y Más Victoria Mil son dos discos muy singulares en el sonido, esa mezcla de kraut y dub y post punk y algo de synth pop, por decirlo de alguna manera, no la tenía mucha gente.
Creo que la época de ruptura de La Nueva Flor y comienzos de lo que es Victoria son grabaciones que son particulares. El primero también lo grabamos con Gonzalo y tiene diferentes tipos de grabaciones. Grabábamos de a tres, cuatro canciones, entonces ibas moviendo el seteo e iba cambiando. Hay algunas cosas que surgieron por azar. El segundo disco ya es producido por Melero y me parece que tiene un hilo conductor más coherente. Con respecto al tema de las influencias creo que todos estábamos creciendo y empezamos un poco a escuchar más Iggy Pop, Lou Reed y David Bowie y eso nos iba abriendo la cabeza. Estábamos empezando a escuchar algo de dub. Por ahí la influencia dub la veo aparecer más en Armas, que es el tercer disco. Pero había algo en el aire. Creo que a esos tres artistas que te mencioné ahí arriba le podés sumar a Brian Eno, y ellos abrían el camino hacia muchas músicas y empezamos a escuchar eso durante varias noches y varios días también. Así que nos iba entrando un montón de información artística, y nosotros éramos jóvenes y estábamos abiertos a ella. Había mucho por escuchar. De cualquier modo, nada era dirigido, íbamos escuchando y éramos permeables. Nunca pensamos “vamos a hacer un disco de kraut” o “vamos a hacer un disco de dub”. Íbamos descubriendo cosas y era muy fuerte para nosotros eso. Más allá de las influencias, creo que había algo original en la manera que teníamos de decir y de expresarnos, creo que siempre hubo algo original ahí.
Y aquí está la pregunta un poco cholula: ¿Qué hay de cierto al respecto de que la actriz les pidió cambiarse el nombre? ¿Es verdad?
Lo de Victoria Abril es verdad, es absolutamente cierto, verídico. Me llegó una carta en la época en que nosotros sacamos Más Victoria Abril. Cuando salimos la mayoría de las críticas del disco decían “No te creas que es la actriz española, son un grupo de chicos del Conurbano, etc.”. Pero cuando sacamos el segundo ya todo el mundo sabía que Victoria Abril éramos nosotros, bueno, acá, ¿no? Se sabía que éramos una banda de rock. Entonces Cristian Aldana de El Otro Yo, que es el que editó el disco Más Victoria Abril, nos pidió que registremos el nombre. Cuando fuimos a registrarlo saltaron los abogados que ella tenía acá, porque es una actriz internacional. Y nos mandaron una carta documento. Después hablé con el abogado, que era de un estudio que se llamaba Marval O’Farrell y Mairal, en frente al Sheraton en Retiro, era un edificio impresionante de tres pisos. También le pregunté a un amigo abogado y me dijo que no se podía hacer nada, que era un estudio muy importante. De cualquier modo, el abogado del estudio con el cual yo hablé tenía muy buena onda, y había visto el disco Más Victoria… y me dijo “En cuanto a la edición”, creo que eran 500 discos, “yo los voy a dejar que vendan la edición y después les voy a pedir que le cambien la tapa y le cambien el nombre”. La tapa decía Más Victoria Abril y era una foto de una chica de la cual no se veía la cabeza. Así que la historia es real y te puedo agregar que como era un estudio de abogados muy grosso me dijo “Le recomiendo que no se ponga de nombre Melanie Griffith, Susana Giménez…” un montón de artistas que ellos representaban. Nunca se volvió a reeditar el disco, así que nunca le cambiamos la tapa.
Luego, ya avanzando un poco más hacia Armas, a mí me llama mucho la atención la letra de dos de sus canciones Acá Está Todo Mal y Esta Época porque me da la impresión de que son dos letras que, quizás por casualidad, son medio políticas. Ustedes, aunque sea por el contexto, por chupar la energía, ¿se inspiraban también en lo que estaba pasando políticamente en Argentina?
La letra de Acá Está Todo Mal es de Migue. Es una de las primeras canciones que se empezaron a tocar en torno al disco Armas. No sé si Migue venía con un mensaje debajo del brazo con esa letra. Creo que Armas es un disco que tenía como una mala onda expresada de un modo artístico. Ya me hablaron alguna vez de si teníamos conciencia de lo que pasaba políticamente y particularmente mi opinión personal es que creo que no. Seguramente vivíamos en el mundo igual que todos, pero teníamos nuestras distracciones, como para estar conscientes de estar bajando una línea política. Nunca lo hicimos ni lo haremos. Me parece que era un disparador de lo que iba a ser el disco. Eso es lo que interpreto yo de una canción de Miguel. Recuerdo que surgió en unos momentos de aspereza artística y quizás un poco personal entre algunos miembros. Creo que ese tema y Si Ibas Lejos, que es el que abre el disco, y es mío, fueron como los que nos hicieron continuar la primera vez que pensamos no continuar con el grupo, que no estaba todo tan bien. Y la letra de Esta Época es una colaboración entre Migue y yo en la cual Migue escribió las frases “Pierdan la plata / después tendrán mucha”. Frase con la cual tengo una queja, porque eso nunca pasó [risas]. “El delirio en esta época / es tomar / consciencia” también es una frase de Migue y “Hagamos una cita / y yo llevo la cabeza puesta” es mía. El estribillo y la música del tema era mía. Era una colaboración entre ambos. Tampoco creo que sea una letra con consciencia, pero bueno, canciones al fin.
Con Este Cielo de Estrellas Caerá yo noto que hay un cambio en el sonido. Para mí es un disco mucho más synth pop, con más ganchos, con una textura mucho más de sintetizadores, ¿por qué?
Luego de sacar Más Victoria… y Armas, los dos producidos por Melero, la banda se empieza a desmembrar y quedamos como dúo, colaborando y grabando con Sebastián Mondragón, muchas veces en el estudio de él, y con Emisor, Leo Ramella. Básicamente éramos Migue y yo, y luego entra Sebastián Velazquez, que quedaría como bajista, pero en este disco toca unos temas como invitado. Creo que tiene un tono más synth porque estábamos con dos capos del synth como era Sebastián, de Estupendo, y Leo. A la vez que vos le ves un costado synth, yo le veo como un costado muy viajado al disco, muy volado, creo que es nuestra consulta con el más allá.
Siguiendo con la discografía de la banda, Estoy Bien Bien Bien y Están Despedidos ya son discos más pro, en algún sentido. A mí me gusta mucho la evolución de la banda porque noto que comienzan con una cosa más de cuarto, de dormitorio, muy colgada, y para esos discos comienzan a sonar como una banda de rock, con mucho bajo y batería, bastante más muscular. Y la pregunta es que cambios dentro de la dinámica de la banda causa esto. Y también consultarte si su asociación con Babasónicos en aquella época hace que estos discos suenen como más producidos, más de estudio.
¿Qué cambia? Y bueno, pasamos a hacer una gira por todo el país con Babasónicos e irnos a tocar a Chile y tener muchos shows. Veníamos de estar en formato dúo con Miguel y vuelve Leo Santos a la banda y ahí con Sebastián Velazquez nos armamos de vuelta como cuarteto y me parece que teníamos ya más trayectoria y eso estaba pesando en el sonido más gordo. Estaba Gabo y Diego Tuñón de Babasónicos en la producción, había una cercanía con ellos, nos consiguen un contrato… Me parece que íbamos creciendo y nos íbamos moviendo del lugar que teníamos en un principio. Esa era la idea. También me parece que empezamos a hacer shows más grandes y empezamos a entender más de lo que es producción, de lo que es audio, las composiciones creo que empiezan a avanzar hacia lugares. Es una nueva etapa de cuarteto armado y encarábamos más la canción.
En ese sentido para mí hay algo que me parece muy fascinante de Victoria, que es que para mí es una banda super importante, pero subterránea. Creo que es una banda que dice un montón de cosas sobre Argentina, y sobre la escena del rock argentina, pero que pasó un poco desapercibida. ¿Ustedes alguna vez consideraron al éxito como un objetivo o les interesaba simplemente ser una banda de culto?
Creo que nunca lo hicimos por el éxito. Nunca lo estábamos considerando. Hay que ver que es lo que uno mide como éxito, que es lo que uno cree que es eso. Que no triunfamos en el plano comercial es así. Pero me parece que tampoco trabajamos ni nos metimos en todos los detalles que hay que hacer para que eso funcione. Creo realmente que inclusive las veces que más metidos estábamos dejábamos muchas cosas a la deriva. Lo que si me gustaría incluir dentro de la palabra éxito es que, al menos yo, siento que haber estado en un proyecto como Victoria y darle vida a algo así creo que es un éxito en sí mismo, con todos los defectos y virtudes que hay en la banda. De cualquier modo, ser una banda de culto tampoco era una meta. Me parece que siempre estuvimos en el underground, quizás en la parte más alta del underground, y cuando sacábamos un video o algo así y queríamos entrar en el circuito mainstream, estábamos como en lo más chico del mainstream, y nunca pasamos de esa posición.
Yo soy muy fan de sus letras. Para mí sus letras son como una especie de oráculos donde vuelvo continuamente para intentar encontrar sentido. Me fascina esa capacidad para lograr máximas super interesantes con pocas palabras. Quería preguntarte ¿cómo era el proceso de composición de las letras?
Con respecto a las letras… ¿Qué podría decir yo que no esté ya ahí? Hay varias letras de la discografía de Victoria que me gustan. Muchas cosas que escribió Miguel me gustan mucho y también de las que escribí yo. Está todo ahí. Escribirlas es un proceso. Pero lo que queda escrito es lo que cuenta. El proceso… medio que no sé.
***
Y con esto llegamos al final, amigues. Espero que se enamoren de Victoria como yo los amo. El disco recomendado de esta quincena, como si hiciese falta más música, es el fabuloso disco de la banda post-punk inglesa Goat Girl, On All Fours, que tiene una de las mejores canciones de apertura que escuché recientemente. Les mando un abrazo, cuídense mucho, y nos vemos en dos semanas. ¡Godspeed!
Excelente reseña, te felicito. Llegué de casualidad. Te dejo mi sitio web donde además de Victoria Abril/Mil podes encontrar todo relacionado a la movida sonica de los noventa.
https://movidasonica.blogspot.com/