¡Bienvenidos a la primera edición de El Evangelio del Coyote! En esta ocasión, la temática que une bastante libremente a los temas es los comics y la magia, dos áreas cuya interrelación me viene interesando mucho desde hace un tiempo, ya que el concepto inherente a ambas actividades es el mismo: cambiar el mundo mediante la creación de símbolos y su diseminación.
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Estuve leyendo Perdurabo, una biografía de Aleister Crowley de Richard Kaczynski. Para aquellos que no conocen al personaje: Crowley, quién fue denominado “El Hombre Más Malvado del Mundo” por la prensa sensacionalista inglesa, fue el inventor de la magia moderna. Personaje fascinante y desafiante, Crowley venía de un trasfondo aristocrático, fue escalador de montañas, tuvo una enemistad poética con W.B. Yeats, perteneció a la mayoría de las sociedades secretas de finales del siglo XIX, fue un gran popularizador del yoga, fundó una abadía en Italia y fue expulsado por Mussolini del país, diseñó su propio tarot e inventó su propia religión, Thelema, basada en las revelaciones místicas que una entidad denominada Aiwaz le dictó.
La biografía es un ladrillo bastante impresionante de como 800 páginas. Y confirma mi incomodidad con el género biográfico. Por un lado, está muy investigada, tiene copiosas notas al pie, anécdotas interesantes y un profundo afecto por el personaje. Pero le falta todo el contexto: no hay historia en general, no hay un intento de contextualizar la vida de Crowley en las costumbres y corrientes sociales propias de la época. Me hubiese gustado un intento de explicación del por qué todos los miembros de las clases altas a finales del siglo XIX y principios del XX estaban tan obsesionados con la magia y las ordenes secretas, cómo funcionaba el sistema legal inglés en aquel entonces (porque Crowley tuvo miles de problemas con él), qué corrientes mágicas existían y que innovaciones introduce Crowley en ellas, joder, qué se entendía por magia antes de Crowley y como Crowley lo cambia. Es tan microscópico el enfoque, tan centrado solamente en los hechos de la vida del personaje, que se pierde todo lo que lo rodeaba, y uno no puede entender a un sujeto sin entender su tiempo. Una de las puntos del libro es limpiar el nombre de Crowley de las acusaciones de magia negra. Si bien es bastante vehemente en el hecho de que Crowley no la practicaba, hubiese sido más claro por qué era tan despreciado en su tiempo si el autor hubiese yuxtapuesto el comportamiento de Crowley con la moral victoriana y edwardiana, cosa que es sugerida pero jamás desarrollada en longitud. Creo que, salvando las distancias, algo de esto debe estar presente en el libro de Soledad Quereilhac, el cual todavía no pude leer.
Además, la fascinación del autor con Crowley lleva a puntos ciegos: la forma manipulativa en que trata a todas las mujeres en su vida no merece ni siquiera un comentario, ni el impacto negativo de su influencia en casi todos los que lo rodeaban (¿vieron que a John Constantine se le mueren los amigos todo el tiempo y causa caos en sus vidas de forma continua? Bueno, eso era Crowley en la vida real), ni su egoísmo y egocentrismo. Es un personaje ciertamente complejo, y esta biografía intenta defenderlo de forma continua, achatándolo.
Con respecto a lo que más me interesaba, el sistema mágico de Crowley, hay que decir que el autor permite vislumbrarlo, pero recién cuando uno está muy metido en el libro. Durante las primeras 100 o 200 páginas no nos queda claro que quiere hacer, cuáles son sus métodos y cuales sus creencias. Lo mejor de esta primera parte son las visiones místicas y la visita de Aiwaz, el “ángel guardián” de Crowley que le dicta The Book of the Law, el texto sagrado de Thelema. Recién a la mitad del libro se comienza a aclarar el credo, basado en el control de la voluntad para ponerla al servicio del Great Work, el cual es el equivalente a la misión en la vida de una persona y su lugar predeterminado por el universo. El uso del sexo y las drogas como disparador de visiones místicas. La comunicación con entidades superiores que se corporizan en sus asistentes y le dan indicaciones. La fundación de una nueva religión que lo tuviese a él como profeta y de la cual el precepto máximo fuese la frase-mantra que identifica a Crowley: Do What Thou Will Shall Be The Whole of The Law. A menudo esta frase se interpreta como un camino hacia el libertinaje más absoluto, pero Crowley no lo creía así, ya que para él la voluntad no es disipada, sino concentrada, puesta al servicio del Gran Trabajo. Si creía que la moralidad no podía ser universal, y que lo que era deseable y necesario para una persona podía no serlo para otra. En cierta medida esta filosofía mágica “explica” su comportamiento terrenal, la manera en que vivía a otros, la manera en que gastaba dinero, el abandono de sus mujeres. Lo único importante era el Gran Trabajo. Esto también podría explicar el magnetismo de Crowley hacia quienes lo rodeaban: es mucho más fácil entregarle tu vida a alguien si te promete que la estás poniendo al servicio de una gran causa.
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Hablando de magia, hace meses que quiero escribir algo sobre la mejor serie de superhéroes de la actualidad (por lo menos hasta la aparición de los X-Men de Hickman): The Immortal Hulk. Hulk es un personaje con un historial sorprendentemente sólido de buenas épocas: la de Peter David, la de Greg Pak, algunas cosas de la época de Paul Jenkins, la época de Bill Mantlo. Y Al Ewing, junto con un Joe Bennett prendido fuego y Paul Mounts en colores, continúa esa tradición. Ewing y Bennet hacen tres cosas con Hulk que son fabulosas:
1) Tomando prestado un truco de Alan Moore y Swamp Thing, Ewing convierte a Hulk en un comic de terror, un tono que siempre sobrevoló al personaje. Después de todo fue creado bajo la inspiración de Doctor Jekyll y Mr. Hyde, siguiendo el modelo de los monstruos gigantes de Marvel de los 50s y en sus orígenes aparecía solo de noche. Hulk es un monstruo para el universo Marvel, para la gente cuyas propiedades destruye en sus rampages, para el Ejército. Ewing abraza esto y le agrega un componente novedoso e importante: Banner puede morir, pero Hulk no. Entonces cada noche el cadáver de Banner se levanta de las cenizas. Es un comic sumamente crepuscular, que se aprovecha de la soledad y oscuridad de esos desiertos del oeste norteamericano por los cuales Hulk suele deambular. Mención aparte para Bennet, que está dibujando un body horror exquisito y bizarro.
2) Pero esa monstruosidad está conectada, además, a la psicología del personaje, una de las piedras angulares de su interpretación al menos desde Peter David. Hulk es una emanación de la psiquis fracturada de Banner. Un mecanismo de defensa, pero también de agresión. Banner tiene múltiples personalidades y es básicamente un desastre mental. Ewing retoma esto y lo mezcla con conceptos de la psicología jungiana y su fascinación con la magia y la religión. Especialmente con los conceptos de persona, o sea la máscara y el rol que los sujetos interpretan frente al mundo y que blinda su inconsciente, y el concepto de la sombra, los aspectos oscuros y reprimidos de una personalidad. Cada faceta de Hulk es un arquetipo del inconsciente, el cual adquiere la entidad de persona por la manera en que el cerebro de Banner funciona. De hecho, el Hulk protagonista de la serie es un aspecto de Banner poco explorado antes: el Devil Hulk, supuestamente el peor de todos. La serie por momentos incluso desliza que su verdadero superpoder es este: darle corporalidad a lo que sucede en su mente.
3) Esto, a su vez, está vinculado con el concepto de Qliphoth, las cascaras descartadas y fuerzas oscuras que forman el reverso del Sefirot, el árbol de la vida para la cabalística judía. Aquí Ewing se revela como atento lector de Alan Moore y especialmente de su Promethea. Promethea es un tratado mágico que intenta explicar las esferas del Sephiroth de una manera didáctica y aventurera. El Sefirot, además, es parte central de la filosofía de Crowley, quién creía que un buen mago, en su camino de aprendizaje, debía ascender a lo largo del mismo. Immortal Hulk es su reverso: un paseo por el Qliphoth lleno de horror. El poder de Hulk proviene de “La Puerta Verde”, una invención de Ewing que funciona a la vez como un pasaje al inconsciente, una metáfora de la energía nuclear y un camino hacia este misticismo oscuro. Toda iniciación mágica es un viaje y una prueba, y lo que Ewing sugiere es que Banner está empoderado por algo parecido al demonio. Por el reverso de la realidad. Por aquello que barremos bajo la alfombra, convertido en energía.
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No quiero despedirme sin dedicarle unas palabras a la última entrevista de Grant Morrison en Mondo2000. En la misma elles se declaran no binarie y gender queer, lo cual es kind of a big deal cuándo consideras su carrera (estoy escribiendo todo en plural porque, además, estipuló que su pronombre de preferencia es “they/them”, es difícil traducirlo y ser respetuoso en un idioma que tiene marcadores de género en sus pronombres, pero creo que lo más apropiado es “elles”). Este salir del closet de Morrison, creo yo, reescribe la historia del comic de superhéroes de los últimos 30 años en clave subversiva. De pronto uno de sus autores más exitosos e influyentes es queer. En un ambiente que solía ser expulsivo a estas identidades. Asimismo, le da un nuevo giro a algunas críticas acerca de la forma en que Morrison escribe personajes queer y trans en sus historias. Durante un tiempo estas representaciones fueron atacadas. Incluso llegué a leer interpretaciones de que Morrison era un “egg”, una persona trans que no se asume como tal ni emprendió su transición. Algo a lo que elles mismos hacen referencia en la entrevista cuando mencionan que no les interesaba transicionar, sino algo intermedio que les permitiese estar en contacto con su femineidad.
Más allá de eso, la entrevista está buenísima por todas las cosas muy interesantes que Morrison dice sobre la magia y la época en la que vivimos. Morrison recupera la división en etapas de la humanidad propuesta por Crowley y también por Kenneth Grant, otro mago notorio, y menciona que está terminando la Era de Horus, marcada por el conflicto, el deseo de derrumbar las estructuras previas y la rebelión. Pero, simultáneamente, estaría preparándose la era de Ma’at, la hermana de Horus, diosa de la verdad, el equilibrio y la armonía, quién quizás nos salve. Es llamativo que continúan siendo unos enormes optimistas (¡incluso frente a toda la evidencia contraria!) y es, básicamente, otro momento feliz en una carrera que nos ha dado cientos de momentos felices.
Y, de yapa, les dejo la página con el infame ritual mágico que Morrison les pidió a sus lectores que realicen para salvar a The Invisibles. La leyenda dice que luego de ser publicado, los números de venta comenzaron a subir, la serie se salvó, y pudieron terminar de contar la historia.
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El disco de esta entrega es Send Them To Coventry de Pa Salieu, un rapero inglés-gambiano muy jovencito y capo que tiene un rango vocal bastante impresionante, capaz de pasar del grime al afrobeats a algo parecido al dancehall en la misma canción, lleno de beats oscuros de bloque de edificios de vivienda social inglesa.
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¡Un abrazo y nos vemos en dos semanas! ¡Y gracias por suscribirte y leer!
Muy bueno! Zarpada esa página final <3